Es el momento crítico, el más importante del año para el evaluado. Por tanto prepárese, adelántese a las posibles situaciones, practique defensa y ataque. El resultado puede decidir sobre nuestra carrera una mejora retributiva, la permanencia o no…
A continuación, introducimos algunas ideas prácticas. Si usted ya ha mantenido su evaluación, podrá analizarla con perspectiva y quizás considerar alguna de las recomendaciones para la próxima.
Partimos desde tres tipologías de jefe bajo la perspectiva de la evaluación del desempeño. El jefe ortodoxo es el que realiza entre dos y cuatro reuniones de evaluación a lo largo del ejercicio. El jefe ideal utiliza la evaluación continua o casi. Al menos una vez por semana contacta con cada uno de sus colaboradores aunque sea de forma breve e incluso no estructurada. Por último, el jefe idiota no realiza evaluación alguna, ni de sus colaboradores ni de sí mismo. Hablaremos otro día sobre cómo sobrevivir a un jefe idiota.
Nos centraremos en el caso más habitual: una o ninguna evaluación del desempeño. Si se encuentra en el caso de ninguna evaluación a la vista, lo primero que deberá hacer es provocarla.
Debe considerarse que las reuniones de evaluación son una de las tareas menor apetecidas por los jefes. En la mayoría de los casos, lo enfocan desde un punto de vista de crítica o de negociación. Una tarea más a preparar con incertidumbre en su resultado.
Provocando la reunión. Proponga una reunión para analizar el 2011 y plantear sus objetivos en 2012. Póngaselo fácil. Un par de horas que permitirá conocer la alineación entre usted, su jefe y la empresa. El retorno de esas dos horas es altísimo. Ahorrará a todos desviaciones, desmotivaciones y malentendidos. Trate de cerrar día y hora; para ello planteé dos opciones y mantenga una tercera opción por si le niegan las dos primeras. La puesta en escena. Deberemos conocer la técnica más habitual en este tipo de reuniones: el bocadillo. Pan, jamón, pan. Es decir, lo importante está en el medio. Si su jefe no controla este tipo de estructura deberá ser usted el que la ponga en acción. Céntrese en lo fundamental de forma objetiva. Lo importante para usted es repasar sus acciones del año que finaliza.
Los objetivos alcanzados, las metas conseguidas, en definitiva, su desempeño y desarrollo profesional. Prepara su listado, de más a menos importancia de acuerdo al criterio de su jefe (no según su orgullo personal). Incluya datos y argumentos que objetivicen cada línea del listado. Objetivos del año entrante, reflexione ante posibles propuestas y su alcance, tenga preparada su propia propuesta. La observación. Todo lo anterior es importante pero el secreto del éxito se encuentra en la observación del comportamiento de su jefe. Atento a los detalles y las reacciones, pueden ser la llave.
La evaluación anual es el momento de la verdad, prepárelo y aprovéchelo.