A finales de año, la mayoría estaremos con análisis de resultados, presupuestos y evaluaciones y negociaciones arriba y abajo. Hemos unido y resumido algunos aspectos interesantes para la gestión de tan importante episodio.
Casi todos. Aunque existen múltiples estudios y análisis, no siempre coincidentes, parece que la mayoría asociamos incrementos económicos con mejoras de felicidad. Sorprende que 7 de cada 10 personas así lo expresen, casi con independencia de su nivel salarial.
Fugaz. No somos, en general, tan conscientes de la temporalidad de su efecto. Y menos aún de la correlación que existe entre importe y tiempo de subidón. Un estudio de Proceedings of the National Academy of Sciences desvela que un premio de 10K genera satisfacción durante seis meses, pero uno de entre 100K y 500K lo hace durante más de 10 años. Si hacen números obtendrán una correlación casi directa.
¿Cuánto? Una encuesta de Empower desvela que profesionales con salarios de 65K piensan que estarían más satisfechos y menos estresados con un incremento del 50%. Sorprende que los que ingresan más de 250K piensen que necesitan un aumento del 40% para mejorar su satisfacción. Y la cosa no acaba ahí, otro estudio sobre personas con rentas superiores a 10MM concluía que estos pensaban que necesitarían incrementar sus ingresos en un 50% para alcanzar la felicidad plena. Por el contrario, según uno de los estudios más aceptados realizado en 2010 por Daniel Kahneman y Angus Deaton, de la Universidad de Princeton, sobre una base de 450.000 personas, concluía que a partir de 75.000 dólares (actualizado a 100.000) ya no existen incrementos notables de felicidad.
Infelicidad comparativa. Ya sea porque te comparas con tu par en el trabajo o con el vecino de enfrente. Un caso muy estudiado es el del cambio de estatus social pasando de cabeza de león a cola de ratón. ¿Deprimente?
¿Intergeneracional? Lo anterior es sin duda de aplicación para los old school pero, ¿qué pasa con las nuevas generaciones? Pues parece que correlacionan la felicidad con el tiempo disponible (cuidado porque se demuestra que es real hasta un límite en el que la disponibilidad total de tiempo no redunda en una mayor felicidad). En este caso se genera una paradoja. Más tiempo disponible correlaciona con menor responsabilidad y ésta con menor retribución.
Tengo un amigo y cliente, reputado empresario, que en su día me hizo una reflexión muy acertada a mi juicio: “Enrique, subir los salarios es maravilloso, todos felices, siempre que se acompañe con un incremento de productividad similar. De lo contrario pierdes competitividad. Pero hay otra cosa. Más dinero significa querer más tiempo para gastarlo, y esto sí es un problema con independencia de lo anterior. La motivación generada por la mejora retributiva se contrarresta con la desmotivación por falta de tiempo.” Entonces no le di más vueltas, pero ahora escribiendo esta reflexión pienso como ejemplo en la bonoloto. Si te toca un pellizco, relajarte en un lugar una semana va perfecto. Si el premio es más importante, la vuelta al mundo en excedencia, pero si es de verdad un gran premio, la cosa cambia y mucho. Como dice otro gran amigo: “Si no da para que tus hijos no trabajen, hay que seguir dando ejemplo.”
En nuestra próxima entrega reuniremos consejos para una negociación retributiva que, esperamos, te sirvan tanto hacia arriba como hacia abajo. Hasta Elon Musk negocia su bonus con el board.
PD: Para saber más sobre dinero y felicidad te recomendamos escuchar este podcast de “Economía para quedarte sin amigos”.